Otro riesgo muy común es que se puede sufrir acoso virtual, también conocido como ciberbullying, entendiendo a éste como recibir mensajes obscenos o contactos no deseados a través de Internet o del teléfono móvil, es decir situaciones en las que disponer de una determinada tecnología facilita que alguien desarrolle una pauta nociva, como puede ser acosar a alguien pues uno de los riesgos más comunes es que a través del uso de internet se puede tener contacto con personas extrañas a las que únicamente se conoce por este medio es decir, virtualmente.
Por su parte Font (s/n), sostiene que otro de los riesgos más importantes es el acceso a mala información que puede contener temáticas terroristas, pornográficas, violencias, suicidas, problemas alimenticios, etc. Es por ello que se debe tomar en cuenta que toda la información publicada puede ser vista por todo el público usuario de internet, entre éste los preadolescentes, y esta información puede incitar a la imitación de lo descrito en ella.
Otro de los riesgos frecuentemente asociado al uso de las nuevas tecnologías es la posible generación de relaciones de dependencia hacia las mismas que pudieran llegar a conducir a situaciones calificables de adicción (Young, 2004; citado en Ruíz y López, 2009). Los adictos a Internet pueden generar una adicción grave que puede afectar su vida a tal grado que si no pueden conectarse a Internet, puede generarse una ansiedad y de este modo se ven obligados a buscar otras formas de entretenimiento, que suplanten supuesta pérdida.
En otro caso, el teléfono móvil, es considerado actualmente como una herramienta de las relaciones sociales pues constituye la verdadera revolución tecnológica y social para los adolescentes (Lorente, 2002; citado en Ruíz y López, 2009).
Un aspecto sumamente importante es que los
preadolescentes se consideran conocedores del uso de internet, telefonía
celular y videojuegos y están seguros de la forma en que suelen utilizarlas, y
en este sentido sienten que reducen las posibilidades de efectos negativos. En base a
lo anterior, se puede concluir que estar conectados a Internet o disponer de un
móvil, convierte a las personas en el blanco perfecto para este tipo de abusos
(Santos y Osorio, 2008).
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